Thursday, July 16, 2009

Ensayo sobre la terquedad

El ser humano es un ente terco. Puede parecer persistente o tenaz, pero creo que ante todo es terco. La persistencia y la tenacidad se diferencian de la terquedad en el sentido y la voluntad que cada una implica. Pero el terco lo es por el mismo hecho de serlo, sin sentido y muchas veces únicamente por llevar la contra. Incluso la contra a sí mismo.

Hoy me di cuenta de eso, hubo necesidad de que mi cuerpo me mandara un mensaje extremadamente claro para detener mi “ritmo”. Apenas hoy, después de tres días de “descanso” caigo en la cuenta de que no me hacía caso a mí mismo. Si generalmente somos lo bastante orgullosos para no atender las recomendaciones o recriminaciones de los que nos rodean, menos aun atendemos las llamadas de atención de nuestro propio ser.

Mi llamado interno era sencillo, no me pedía cambiar mi vida, ni realizar un “cambio de carril”, solamente me avisaba que podía hacer aun más rico mi vivir y en verdad enfocarme a lo que pudiera ser mi misión en este momento. Quizás el miedo y la comodidad fueran los velos que se movían a todo vapor para no escucharme ni atenderme.

Me pongo a imaginar, cuanta gente, no la inmensa masa que no conozco, no el colectivo que me rodea, sino los que tengo a una llamada de distancia, aquí a mi lado tienen esos velos también. Como esa energía amorfa llamada apatía sigue enseñoreando la voluntad de cada uno, distrayéndonos del potencial que dejamos evaporarse en nuestras vidas.

Y mejor no ahondo en ese tópico, que es un distractor mas en lo que inicialmente me puso hoy aquí, frente a las letras y la hoja en blanco, regreso a mí mismo y mi terquedad para escuchar. Como lo comento más atrás, ahora me tengo de frente, sin el trajín y los “deberes reales”. Me veo como soy o como podría llegar a ser. Y veo el camino, tan sencillo, tan mío y tan posible para cumplimentar.

Momento de tanto por hacer, no es necesario comentarlo aquí, porque el ente colectivo es una sombra que es temerosa de las luces de cada uno de los que lo conforman. Es mejor ir como Sun Tzu lo describe, sin darse a conocer al enemigo, y más cuando el enemigo puede ser uno mismo.

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